Julián Iñigo es baskonista y además ha vivido en muchas ciudades a lo largo de su vida. En todos esos caminos y kilómetros que ha recorrido, además, siempre ha llevado los colores azulgranas cerca de él.
¿De dónde eres?
Nací en Barakaldo, pero al cumplir un año mis padres se fueron a vivir a San Sebastián. En Donosti me crié así que podemos decir que soy un donostiarra atípico, amante de La Zurriola, del Baskonia y del Athletic de Bilbao. Eso en Donosti es toda una rareza. Fiel seguidor del Baskonia desde hace décadas en las ciudades en las que me ha tocado vivir: Badajoz, Elche, Murcia, Alicante, Valencia… En estas tres últimas, no me he perdido ni una de las visitas del Baskonia en sus desplazamientos a ellas, bufanda en ristre. En estos últimos años vivo en Logroño, lo que me permite acudir al Buesa Arena con bastante asiduidad.
¿Por qué te has movido tanto de ciudad?
Por motivos laborales llevo 25 años fuera de Donosti
¿A qué te dedicas?
Soy periodista. Trabajo y he trabajado siempre en periódicos.
¿De dónde viene ese amor por Baskonia? ¿Cómo nació tu afición?
De chaval y no tan chaval jugué a baloncesto en el Loyola de San Sebastián y el Baskonia era mi referencia.
¿Qué primeros recuerdos tienes como baskonista?
Mis primeros recuerdos del Baskonia se remontan al equipo de mediados de los 70 en el que jugaban Garayalde, Junguitu, Capetillo y el propio Josean Querejeta. Era un poco más mayores que yo. Yo era de la quinta de Salva Díez, Alberto Ortega y Javi Etayo. Contra estos sí que he jugado en categorías cadete, juvenil, junior e incluso contra Salva en la Universidad
¿Una locura que hayas hecho por el equipo? ¿Y la más gratificante?
Las dos en una. Desaparecer en avión una tarde de un curso en Madrid para ver el tercer partido de la final contra el Barça en el Buesa, asistir a la mítica canasta de San Emeterio que nos dio la última liga y volverme en avión a la mañana siguiente a Madrid para estar en el curso sin que nadie se enterara de la escapada.
¿El momento más feliz que recuerdas como baskonista?
Aquella maravillosa noche.
¿El más triste?
Dos momentos. Uno, la despedida de la liga este año frente al Barcelona. La sensación de impotencia. Además de los últimos minutos de Nocioni como Baskonista. Una noche triste. El segundo se remonta a aquella final de liga perdida contra el Madrid en el Buesa en ocho segundos con aquél fatídico triple de Alberto Herreros. En ambos partidos yo estaba en el Buesa sufriendo.
Ahora vives en Logroño y seguir es más fácil, está cerca de Vitoria….¿cómo seguías al equipo cuando estabas más lejos?
Como podía, a través de los medios de comunicación y no me perdía las visitas del Baskonia cuando jugaba contra equipos de la zona en la que vivía, en el Centro de Tecnificación de Alicante contra el Lucentum, en La Fonteta contra el entonces Pamesa y en el Palacio de los Deportes murciano contra el CB Murcia. También me desplazaba a Vitoria y acudía al Buesa si tenía una oportunidad. La verdad es que no creo haber faltado a ninguna de las grandes citas del Baskonia en Vitoria en los últimos diez años.
¿Qué es lo que más te gusta de este equipo?
Ese atributo tan difícil de definir pero que todos los baskonistas conocemos en este equipo y que llamamos carácter, el vínculo tan especial que acaban desarrollando los jugadores con el club y el nexo tan íntimo que une al Baskonia con Vitoria y con los vitorianos. Vitoria es la única ciudad de España que conozco en la que en los bares se habla más del Baskonia que de fútbol.
Tu mujer valenciana y baskonista….¿Cómo le engañaste?
Fue fácil. Comenzar a llevarla al Buesa hace años y contagiarse con el virus del baskonismo fue todo uno.
Cuando vienes al Buesa, ¿vienes con alguien más?
Con mi mujer siempre y ocasionalmente con algún amigo de San Sebastián aficionado y exjugador.
¿Qué te han dicho en otras ciudades cuando han conocido tu amor por estos colores?
Por ahí lejos lo toman como ‘la afición vasca de un vasco’, pero siempre con mucho respeto. Fuera de Euskadi, el Baskonia es un club muy respetado y el hecho de que haya llegado tan lejos sin ser un ‘filial’ de un equipo grande de fútbol se valora muchísimo.
¿Qué es lo mejor de ser baskonista?
Para mi supone sentirse identificado con la trayectoria de un club al que te aficionaste desde niño y al que consideras desde hace mucho tiempo como algo tuyo, como algo que forma parte de tu genética. También me siento identificado con Vitoria una ciudad que me encanta y de la que disfruto mucho.