El vitoriano afincado en Alemania sigue a su equipo del alma desde la distancia desde hace cuatro años
Jon Roa, vitoriano de 29 años, se fue hace casi 4 a Alemania. Tras finalizar sus estudios de Ciencia y tecnología de los alimentos emprendió una nueva aventura en su vida.
Fue en 2010 cuando Jon abandonó su ciudad natal para buscar trabajo. “Terminé de estudiar y en Vitoria no salía nada de trabajo así que me vine a Alemania. Ahora mismo vivo en Kiel, una ciudad que está al norte con la frontera con Dinamarca”, explica el vitoriano. Ahora no trabaja en nada que tenga que ver con lo que estudió pero Roa está feliz porque “llevo más de tres años trabajando en una empresa que me permite viajar mucho”.
El baskonista trabaja en el mundo de la investigación y suele “hacer viajes largos, a Suecia, al Ártico, a Cabo Verde, para coger muestras de agua y analizarlas”. Una cosa es clara, en sus viajes, Baskonia siempre le acompaña.
El joven añade que siempre ha “seguido a Baskonia. Desde que era ‘txiki’. Hace 10 años fui a una Supercopa a Zaragoza y desde entonces nunca me he perdido un gran evento de Baskonia”. La final contra PAOK es otro de los momentos que el vitoriano recuerda con felicidad y apunta que “muchas veces he volado desde Alemania a Vitoria y no me pierdo un partido cuando estoy allí”.
Para Jon, vivir el baskonismo es “conocer a gente en el mejor de los ambientes”. A 1.900 kilómetros del Buesa Arena “es difícil seguir al equipo porque las emisiones aquí son contadas. Intento verlos por internet y si no seguirlos también por la radio”.
Jon nos cuenta que en Alemania no hay mucha gente aficionada al baloncesto pero que tiene amigos rusos y griegos que “conocen al Baskonia y al equipo. Sobre todo por los años consecutivos de Final Four o cuando eliminamos al CSKA”.
Cada vez que su trabajo se lo permite el vitoriano vuelve a casa y no duda visitar el Buesa Arena. “Voy tres veces al año y si hay partido no dudo en ir a animar al equipo”.
Preguntamos al baskonista por un momento de los vividos con Baskonia y no duda. “Me quedo con la canasta de San Emeterio. 10 o 15 días después me venía a Alemania y fue una especia de despedida para mí. Además, es nuestro último título y lo recuerdo todos los días porque tengo un póster en la habitación de esa canasta”.