El maestro de la técnica individual que ha sido pieza clave en el crecimiento de Tadas Sedekerskis desde su llegada a Vitoria. Disciplina, esfuerzo y cercanía: los pilares de Iñaki Iriarte en la formación de jugadores.
Una pronta salida del hogar, un lugar desconocido y mucha presión por luchar por un sueño, son algunas de las preocupaciones que recorren la trayectoria de los jóvenes talentos que aterrizan en Baskonia. Durante años, tras las grandes historias de éxito se encuentra una figura con nombre propio, Iñaki Iriarte. El técnico individual, que ha sido mentor, compañero, amigo y figura de autoridad para numerosos jugadores de la talla de Pablo Prigioni, Tiago Splitter o Tadas Sedekerskis.
Este próximo 15 de marzo, nuestro capitán, Tadas Sedekerskis, cumplirá una década desde su debut con el primer equipo de Baskonia, en la cual Iñaki Iriarte ha sido una pieza clave en la vida del lituano desde aquel primer día que aterrizó en Vitoria-Gasteiz: “Cuando vino tenía que decidir si era bueno o malo. Pero, no sé por qué, estaban todos los campos cerrados y lo llevamos a un campo de piedra. Ese fue el primer contacto, luego ya fichó y comencé a seguir la línea que sigo con todos”. Recuerda Iñaki de aquel día de verano en la capital vasca.
Son muchos los factores en los que Iñaki se fija a la hora de determinar qué jugadores valen para esto y cuáles no tienen lo necesario, pero si hay algo que nunca le falla es su intuición: “A los cinco, seis minutos yo ya te puedo decir “Este tío no vale”. A pesar de me pedían que siguiera, que estaba el agente, la familia… A los cinco minutos lo ves. Cuando viene un chico de estos, rápidamente al bueno lo ves. Y Tadas lo era”.
Una vez pasada la primera prueba, comienza el trabajo “El primer año es muy duro, ven que mi idea de entrenar es una idea que nunca han visto ellos. Por ejemplo, yo desde el primer día les marco un punto, les marco una exigencia y de ahí comenzamos. Al principio les cuesta, me ven como un ogro, que les grita, con el que trabajan cosas nuevas y les aprieta. Pero al final, lo importante es que ellos vean que en cada entrenamiento mejoran, que salgan de entrenar viendo que han hecho cosas nuevas, pero hay que trabajar mucho el detalle y esas cosas cuestan”.
A pesar de la exigencia de Iñaki en los entrenamientos, él sabe que trabaja con chicos jóvenes, como lo hizo en su momento con Tadas, alejados de su familia y amigos, con mucho por aprender y con la esperanza de hacer de esa nueva ciudad un hogar. Por eso, aparte de los entrenamientos en pista con Tadas, le ayudó a formar su personalidad vasco-lituana: “Yo intento que sean gente normal, que sean como alguien de Vitoria, que tengan amigos, salgan, que hagan lo que una persona de su edad tiene que hacer. Hay que guiarlos, acompañarlos en los momentos cruciales y quererlos. Lo peor viene a los 18 años, es cuando más hay que guiarles y acompañarles. Porque fuera del club hace frío”.
“Cuando llegó Tadas, era un chaval tímido, un poco miedoso, viendo a ver que ocurría. Ha ido para adelante, pero sigue siendo un tío tranquilo. Que piensa cada día en mejorar, en cuidarse y tiene mucha personalidad.” Una mentalidad que le sirvió al joven jugador lituano para debutar aquel 15 de marzo de 2015 con el primer equipo de Baskonia y le ha llevado 10 años más tarde a ser capitán y referente del club. Iñaki Iriarte tiene clara cuál ha sido la clave para que Tadas haya evolucionado tanto: “Su perseverancia, en todos los aspectos. Entrenar y entrenar. Muchas veces pensaba que Tadas debía dejar de entrenar tanto, porque hay veces que hay que descansar, pero este se tira horas y horas y no se cansa nunca. Su perseverancia, ese ha sido su mérito y lo sigue siendo.”
A día de hoy, Iriarte sigue ligado a la entidad azulgrana, con nuevos jóvenes talentos, pero sin olvidarse nunca de todas las grandes figuras que han pasado por sus entrenamientos y que siguen presentes en su vida: “Yo sigo manteniendo relaciones a día de hoy y sigo intentado ayudarles y dándoles ánimos. Hay una relación que, cuando se van, seguimos teniendo una buena amistad y cuando tenemos tiempo libre hacemos cenas, como es el caso de Prigioni y Tiago.”
Toda una vida ligada al baloncesto, que sin duda alguna volvería a repetir, no solo a nivel profesional, pero sobre todo a nivel personal: “He intentado siempre portarme bien con toda la gente. Yo siempre he querido ser un hombre con amigos, ser feliz en esta vida, ser alegre y es lo que he querido transmitir. El hecho de que pueda ir a cualquier lado y tener amigos allí, dices, algo habré hecho bien. Vengo de una familia normal y siempre he sido un hombre normal y esto es lo que quiero hacer, nada más.”