El argentino, refuerzo de lujo para la pretemporada baskonista, habla tras su primera semana en Vitoria-Gasteiz.
Carlos Delfino es uno de los pocos argentinos, miembros de la Generación Dorada, que no ha vestido la camiseta baskonista. Hoy lo hace como refuerzo de lujo en la pretemporada baskonista a las órdenes de un buen amigo suyo como es Pablo Prigioni. “Necesitaba ponerme en forma, hablé con Pablo porque tenemos una gran relación y estamos ayudándonos mutuamente. Trato de servirle a él desde dentro de la cancha para ayudar a los más chicos y él me ayuda a mí haciéndome correr y mover las piernas que es lo que necesitaba”, ha asegurado esta mañana durante el entrenamiento en BAKH.
Para el argentino, estar cerca de Pablo “en estos primeros pasos” como entrenador, comprobando “lo natural que le va saliendo todo es algo muy lindo porque siempre le hemos dicho que iba a terminar siendo entrenador”.
En su cabeza, únicamente un objetivo: recuperar la forma física después de un calvario de lesiones que le tuvo tres años en el dique seco y volver a disfrutar sobre la cancha. “Me cuesta mucho soltar la pelota. Estuve mucho tiempo parado. Me operé muchísimas veces porque quiero seguir jugando al basket. No soy un joven pero todavía pienso que puedo seguir jugando un par de años más”.
En sus primeros días en Gasteiz, Delfino ha quedado gratamente sorprendido de “la gran organización que tiene Baskonia”. El equipo trabaja a tiempo completo en BAKH y “en Europa tener un lugar así para trabajar, donde uno pueda aclimatarse, conocerse y trabajar tranquilo es algo muy bueno”. Sobre el nuevo Baskonia, el argentino ve un grupo con “mucho carácter”, que va a encajar a la perfección con “la idea de juego que tiene Pablo”.