En el 2004, Baskonia conseguiría su cuarta Copa del Rey, segunda en cuatro años tras ganar en el 2002 la tercera en la edición disputada en Vitoria
TAU Cerámica volvía a jugar una fase final de la Copa del Rey después de ser uno de los fijos en las finales del torneo del K.O. tras conseguir el subcampeonato la temporada anterior. Casualidades de la vida, la escuadra vitoriana levantaría su cuarto título copero en un año, como este, bisiesto, y en el que la nieve cubría la capital alavesa.
Los de Dusko Ivanovic viajaban a Sevilla, sede de la Copa del Rey, con el cartelón de favoritos tras la buena actuación en las dos ediciones anteriores donde consiguieron ser campeones y subcampeones respectivamente. En la primera eliminatoria, el conjunto azulgrana se medía en el Pabellón Municipal de Deportes San Pablo a Adecco Estudiantes al que venció por un apretado 89-83, en un encuentro en el que Luis Scola (21 puntos) frenó la soberbia actuación de un jovencísimo Felipe Reyes (25+10). Después de este duro enfrentamiento, a TAU le esperaba en semifinales el equipo anfitrión, Caja San Fernando, que no consiguió hacer frente a los gasteiztarras y sucumbieron, 63-88, ante el poderío mostrado por Scola (31 de valoración) y Nocioni (15 puntos y 23 créditos de valoración).
En la finalísima, TAU Cerámica se enfrentaría a un DKV Joventut que venía de eliminar a Ricoh Manresa y F.C. Barcelona en cuartos y en semis respectivamente. La escuadra de Badalona venía impulsada por el “efecto Rudy Fernández”. El jugador balear catapultó a la escuadra verdinegra para volver a convertirse en uno de los referentes del baloncesto nacional. Una final complicada en la que el colectivo baskonista pudo hacer frente al talentoso Rudy, que consiguió ser el primer MVP del torneo siendo jugador del equipo que no había conseguido ser campeón, y que cuajó una Copa para enmarcar. A pesar de ello, los Prigioni, Macijauskas, Splitter y compañía consiguieron vencer por 81-77. DKV Joventut tuvo contra las cuerdas al equipo baskonista, pero la experiencia y la calidad de los gasteiztarras hizo que la Copa del Rey volara a, por cuarta vez, a Vitoria.